lunes, 28 de julio de 2014

De la muerte del gallo Narciso

En la entrada animales con nombre propio, os dije que algún día contaría la defunción del presuntuoso gallo Narciso, ese día, ha llegado.
Corría el verano del 65, Los protagonistas aun no habíamos cumplido los 8 y 4 años de edad, desgraciadamente, Narciso, nunca llegó a cumplir los 4. Los hechos se desarrollaron en la finca "El Alamo", en la localidad de Malcocinado (Badajoz).

                         DE LA  MUERTE DEL VANIDOSO GALLO "NARCISO"
                      A la memoria de mi tía María Lozano, a la que siempre admiré.


Era Narciso, un gallo, a decir de mi tía María, único. No había otro igual en toda la comarca, ni en la provincia, ni en España, ni en alguna otra parte del mundo. Era este un gallo Andaluz Azul, desparramaba señorío en su caminar, la cabeza altiva balanceada de un lado a otro provista de orgullo, alzaba su pico al cielo y enseñaba sus orejillas blancas como la nieve. el vaivén de sus barbillas contradecía a su cabeza coronada con cinco puntas de fuego, representación perfecta de las llamas del infierno. El cuello largo, arqueado y plumas finas y abundantes a especie de gola que caían sobre su torso.
El pecho bien erguido, pintado de bellotas azul pizarra bordeadas en un azul tan oscuro que parecía negro.
Andaluz Azul (cedida por Ginés Ruíz)
De su ancho dorso, cerca de la cola, caían  caireles azules intensos que intentaban barrer el suelo. Su cola, ¡ay! su cola, era una fuente de chorros anchos que luchaban con llegar al cielo para caer suavemente de nuevo hacia la tierra y todo, azul, azul, azul...azul con destellos de luna.
Despertaba por las noches sobresaltado con el color azul. "¡Vaya mierda de gallo!. Ese gallo presuntuoso que se cree el dueño del mundo, ese pedazo de carne con plumas al que todas las gallinas le van cacareando sus gracias, ese sucio gallo que se caga en la puerta del cortijo y que cree que son perlas, ese inmundo gallo que me mira amenazante como si fuera el dueño de todo el cortijo, ese tonto que presume delante de todos los demás gallos, de los mastines, del casero, de los pastores, de las visitas, de mi tía...ese gallo miserable que acapara todas las atenciones".
Un día, estaba sentado a las puertas del cortijo con mi escopeta de aire comprimido terciada sobre las piernas, era mi juguete preferido y que yo empleaba para afinar puntería disparando a todo lo que creía era un buen blanco o que merecía un disparo, una piedrecilla, una rama seca, un pajarillo..., mataba algunos pájaros, incluso algún conejo. Podía matar, podía matar y allí venia Narciso, presumiendo, como hacía todos los días, esperando a que mi tía saliera a las puertas del cortijo a alabarlo, a que le dijese lo lindo que era, a que admirase su fortaleza, su encanto..
"el mas hermoso, el mas grande, el mejor, el mas..."
¡Miserable ladrón de amores! pensaba mientras dirigía el cañón de la escopeta a su cabeza, al ojo grande y lleno "te metía un tiro que te iba a quitar todas las tonterías, se te iba a acabar todo tu orgullo, ibas a dejar el pavoneo para el infierno ¡miserable!...¡plash! mi dedo apretó el gatillo sin que esa fuese mi intención, yo no quería... ¡madre mía!
El gallo daba saltos de mas de un metro hacia arriba y volvía a caer al mismo sitio, saltaba y caía, saltaba y caía, emitiendo ruidos guturales apenas perceptibles pero que a mi me parecieron gritos de angustia, la angustia que yo sentía en aquellos momentos temeroso de ser sorprendido. Mire alderredor y no había nadie, solo uno de los mastines "A Voces Cuando Está Lejos" me miraba con sorpresa, como una exhalación salte hacia  él y lo aferré por el cuello, aleteaba luchando por la vida que se le escapaba irremediablemente por aquel disparo certero que le había perforado el cerebro, por aquel agujero que separa la vida de la muerte. Corriendo con él a rastras me dirigí a la enramada donde antes había estado el ganado que a esas horas pastoreaba por las inmediaciones de la finca, lo introduje dentro de un saco y empecé a correr hacia la rivera, correr, correr y alejarme del cortijo donde nadie pudiera encontrar la prueba del delito. Llegue a las inmediaciones de la rivera, en un matorral muy apretado, ya en la misma rivera y al lado de una gran adelfa, deposité el saco y le puse varias piedras por encima "aquí nadie vendrá". Allí, perdoné a Narciso todas sus afrentas y  le dije, que hasta a mí me perecía bonito y que, nunca mas, volvería a matarlo.
Matagallos
No recuerdo cuanto tiempo transcurrió, se, que cuando llegué al cortijo me esperaban para comer. No me echaron en falta porque solía desaparecer por la huerta cazando pájaros, nadie se extrañó, que no trajera ninguno, algunos días los empleaba en entretenerme observando cualquier cosa, un lagarto, una araña, una hormiga, una rana. Cualquier animal me fascinaba, especialmente los mas pequeños, cualquier animal, menos Narciso. Pero, Narciso, ya no estaba entre nosotros y yo rezaría para que fuese al cielo, aunque no se lo merecía.
No me pasó ni por la imaginación que a esas horas ya se echaba de menos a Narciso. Ya en la mesa.
Tío Antonio .-Manolín ¿no has visto al gallo?
"En el cortijo, había muchos gallos,  y , me preguntaba por el gallo. ¿que gallo? con tooooos los gallos que hay, yo que se donde esta el gallo, ¿soy yo el que cuida del gallo o que?".
.-No, tito, yo he estado en la huerta.
.-¿En la huerta?. si yo he estado allí y no te he visto.
.-En la de arriba, tito.
Había dos huertas en la finca, "la de arriba" le llamábamos a la que estaba mas retirada del cortijo y a la que mi tío iba en contadas ocasiones.
.-¿Pero tu no has visto al gallo?
"Otra vez con el gallo, que nooo lo he vis to, ni lo he visto yo, ni lo has visto tu, ni lo va a ver nadie, porque el gallo ha salio de viaje, creo que iba pa la Garranchosa, llevaba un saco con todas sus cosas."
No me entraba la comida, había perdido el apetito.
.-No, yo he estado en la huerta y allí, no hay gallos, ni gallinas, ni filipinas.
Mi tía.- ¿Donde se habrá metido el gallo? ¿Antonio, no lo habrá matado un mastín?
.-Los mastines no atacan a las gallinas, además, estarían las plumas por algún sitio.
.-Pues al gallo le ha pasado algo.
"Algo, al gallo le ha pasado algo, pues al gallo lo que le ha pasado es que le han zumbado los oidos, habrá que ponerle unos algodones con aceite pa que se le pase el berrinche"
.-Ese, como lo anda todo, puede estar en la enramada o en la cerca o yo que se, ya aparecerá María.
y mirándome a mi .-Y a ti que te pasa, no comes hoy.
"Yo ya me´comio un gallo, como quieres que coma mas, pero si quieres te dejo el gallinero como la patena de D. Antonio (el cura)."
.-No tengo hambre, me he comido dos camuesas.
.-Esta bien, ahora cuando termines date una vuelta por la enramada y por la cerca a ver si encuentras al gallo.
.-Bueeeeno, ahora lo busco.
Empecé a sentirme seguro, nadie sospechaba, nadie había visto nada, el gallo ha desaparecido "como por encanto".
"Donde estará er gallo, donde s´habrá metío er gallo... ¡Yo que seeee donde s´habrá metio!, pos´ habrá ido a la rivera a por un cántaro d´agua fresquita par cogote, jeje"
Transcurrieron los días y no apareció Narciso, y yo, volvía a cantar sobre el sillón Ya Mustafá, Ya Mustafá. para mi propio regocijo y  deleite de los habitantes del cortijo.
Habría pasado una semana del día de autos, cuando desde mi atalaya vi venir a "Nando" (el vaquero) con un saco en las manos, venía por el camino de la rivera y el saco me resultó conocido.
"Pero este hombre no se puede estar quieto y dedicarse a las vacas en vez de ponerlo todo patas arriba y meterse en los líos que se mete, ¡ea! ya me metió a mi, sin comerlo ni beberlo."
No me despedí de nadie, puse pies en polvorosa y corrí hasta el pueblo, a casa de mis padres.
Mi Padre .-Hombre, que haces por aquí, has venido del cortijo con tu tío.
.-No, papá, que ya no quiero estar en el cortijo, que ya me quiero quedar en casa.
Mi padre hizo un gesto extraño con la cabeza y en susurros entre dientes le escuche decir "a ver con que se presenta ahora"
.-Maríaaa, Maríaaa, que esta aquí tu hijo, que dice que se viene del cortijo.
.-¡Ay mi niño!,¿como es eso? ¿que te ha pasado?
.-Na mamá, que ya no quiero ir mas para el cortijo, que me quiero quedar aquí en casa, que allí quieren mas a los gallos que a mí.
.-Anda, no digas tonterías ¿que ha pasado?
.-Nada, mama, nada.
Aquel mismo día, poco antes de entrar la noche se presentaron en mi casa mis tíos.
.-¿Que haces aquí, por que te has venido al pueblo?
.-Porque yo no quiero estar mas en el cortijo.
.-Y eso, que te ha pasado para que no quieras estar con nosotros con lo que te gusta el campo.
.-Nada, no ha pasado nada ¿o es que ha pasado algo?
Mi tío,.-No, que yo sepa no ha pasado nada.
mirando a mi tía .-¿o, ha pasado algo que no sepamos?
Mi tía .-Que yo sepa, la única novedad que ha habido en el cortijo es que Nando ha encontrado al gallo y que nadie sabe como ha ido a parar a la rivera, parece que alguien no se llevaba bien con el, pero, que si queréis que os diga la verdad, ya estaba yo del gallo hasta el moño. El que haya hecho la sarracina, en cierto modo, me ha hecho un favor. 
.-Fue sin querer tía, si tu quieres, mañana, te crío yo un gallo igual que Narciso.
.-Deja, deja. Mejor que dedicarte a la cría de gallos, me cantas por las noches, Ya Mustafá.