domingo, 14 de diciembre de 2014

La Marimanta

Posiblemente correría el mes de Diciembre y mediados de los 50. Aquella noche cerrada de tempestad sonaba como una orquesta sin arreglos melódicos, los truenos de las tormentas rasgaban el cielo, el techo de la cocina se dejaba acariciar por las goteras que caían hacia el suelo para ser recogidas por cubos, palanganas y cazuelas produciendo un tintineo  con sus diferentes notas de percusión. El aire, penetraba con violencia por las rendijas abiertas en los quicios de puertas y ventanas con tétricos silbidos,   la vibración de los cordeles del tendedero  despojado de ropas, completaba la composición amorfa.
Los candiles, a duras penas luchaban por alzar sus llamas vencidas  haciendo bailar las sombras proyectadas al mismo son. Paco,  (1) ya había dado los avisos de corte.
Con aquella luz y muy de cerca, apenas se distinguían los ojos vidriosos y muy abiertos de los hermanos, todos amedrentados por "la cabra montesina" y por la "Marimanta (2)" vista en días anteriores por algún callejón del pueblo.
Marimanta
-¡Vamos! ¡todos a la cama!. Decía la madre. .-Hoy la tempestad es grande y la lumbre se apaga.
-Mamá, yo voy a echar otro tronco a la candela, no tengo ganas de irme a la cama.
- Hijo, algunas veces eres tan extraño, anteanoche dijiste lo mismo , se, que te vas a ir
 a la calle. ¿ crees que no me doy cuenta? Ten cuidado hijo, ten cuidado, la noche es traidora y acechan las sombras.
Aquella noche cerrada lo esperaba su amada para hacer posible lo imposible y para apagar el candor de sus almas.
Mientras esperaba la hora, pensó en su padre, aquel hombre débil de tez curtida por el sudor y el sol, aquel hombre que le enseñó cuan dura era la vida y que en su lecho de muerte le pidió que olvidara aquel amor imposible.
¨Solo te servirá para ser infeliz hijo, busca una mujer de tu cuna. Una mujer honrada y trabajadora como tu madre. Déjate de señoritingas refinadas,  que esos forrajes no son para los burros"
Atravesó el umbral de la puerta abofeteado por la alevosía del agua y el viento, se tapaba con la manta que usaba como mantilla para la albarda de la burra. El, a pesar de haber cumplido 18 años, también sentía el cosquilleo del miedo, habían visto una marimanta en días pasados, casualmente el mismo día que él intentó sin éxito estar junto  a su amada, solo de pensar que podría haberse topado con ella le erizaba los vellos. "¡Señor, Dios de mi corazón, líbrame de La Marimanta!".
Recordó como había sucedido todo:
"Aquel día, estaba pastoreando sus ovejas cuando escucho las risas y las voces juguetonas de aquellas jóvenes. Le llamaron la atención sus voces agudas y pulidas, escondido tras las jaras las observaba imaginando una historia irreal en la que él, era protagonista. Estando en este mundo de fantasías:
.-¿Que haces espiando? ¿no tienes nada mejor que hacer?
.-¡Eh! yo... Señorita, no... no se...
.-¡Uh!, no te ruborices. Es normal que un hombre joven como tú observe a las chicas, sobre todo, cuando la única compañía femenina que conoce, es la de las ovejitas.
.-Señorita, yo... yo...
.-Yo, yo, yo, a ver ¿de todas las ovejitas que tienes ¿cual es la que mas te gusta, la del lunarcito en la oreja o la morenita? - dijo con sarcasmo-
Esa frase punzante y agresiva, nunca esperó recibirla de aquel ángel, de aquella aparición celestial que lo había dejado perplejo. En otras circunstancias habría corrido a esconder su vergüenza.
.-¡Señorita, yo, no tengo relación con las ovejas salvo la de mantenerlas y cuidarlas, darles mi protección y procurarles buenos pastos y seguridad. Soy un buen pastor, y usted, una malcriada insolente!.
.-¡Anda!, pero si el pastorcito además de mirón  y resultón sabe hablar. Si no fuese por el olor y la ropa andrajosa que llevas, miraría si tienes la espada tan afilada como la lengua.
.-El olor que desprendo es del trabajo, y la ropa, la que mi salario alcanza. La espada guardada la tengo y serías tu la ultima para quien yo la desenvainara. Aunque, mirándolo bien, mereces que te aseste una buena estocada.
La joven quedó confusa ante la firme e inesperada respuesta del pastor
.- ...lo siento, yo... no sabía..creía... que...
-Qué es lo que no sabias, que creías
-Creía que los pastores no teníais vocabulario, conocimientos sobre el trato con personas digamos... como nosotras, mas..
-¿Superiores? ¿mas ricas? . Señorita, ¿alguna vez ha hablado con alguno de nosotros?. Ha intentado saber por sus medios como somos, que hacemos o que sentimos. Para usted quizás la vida sea muy fácil, no necesite trabajar, lo tenga todo, alimentos, vestidos, dinero para malgastar. La mía, créame, no lo ha sido tanto. No se mucho de letras, pero si de respeto al prójimo, cosa que creo que a usted no le han enseñado ni sus padres ni los colegios de postín a los que haya ido, y con esto termina todo lo que yo tengo que decirle.
-Mi nombre es Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, me gustaría conocerte mejor y así saber cual es vuestra realidad, estoy tan confundida.
-Mi nombre es Arturo, aunque todos me llaman Trespasos.
-¿Trespasos? -Preguntó Federica haciendo un gesto de incógnita.
.-Si, me resulta difícil explicárselo Señorita, me llaman así por... me llaman así... pregúntelo por ahí, yo no se como... algunos me llaman trespiés.
.-Ja,ja,ja, ya, ya entiendo.
.-Me tengo que ir con las ovejas.
.-¿Andas siempre por este lugar?. Me gustaría volver a hablar contigo.
.-Por donde estén las ovejas, estaré yo.
Desde aquel día Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, hizo todo lo posible por encontrarse con Arturo "Trespasos". Ambos se contaron sus vidas, la de la una, una vida holgada en la capital, asistía a los mejores colegios y su residencia estaba en una de las mejores urbanizaciones. Pasaba sus días libres de compras en establecimientos de postín y asistía asiduamente a clubes privados donde el único objetivo era la diversión. Sus padres, la dejaban venir todos los veranos a la finca de unos amigos que tenían una hija de su misma edad, en tanto ellos se iban  a algún lugar de la costa. La habían comprometido en un pacto de intereses con el hijo de un afamado joyero y heredero único, a quien Federica Lorena Figueroa López-Montenego no conocía.
La de Arturo, una vida llena de trabajos, de agua, frío, calor, desde las claras del día hasta la puesta de sol. Su padre, enfermó de tuberculosis siendo él un adolescente y se tuvo que hacer cargo del sostén de la familia. Le gustaba la lectura y la escritura, mientras estaba con las ovejas leía todo lo que le caía en manos y escribía en cualquier piedra lisa o papel que encontraba, pero nunca guardó nada de sus escritos. Por única fortuna tenía un reloj de faltriquera con la leotina de plata y un perro grabado en relieve en la tapa, regalo que le hizo un relojero de Zafra por apaciguar una reyerta en un bar de las 4 esquinas por un quítame allá esas pajas, de la que de no ser por su mediación, podría haber salido malparado.
Todas las jóvenes del pueblo y algunas, tal vez mas de la cuenta, no tan jóvenes, lo miraban a hurtadillas y le dedicaban unas risitas. Arturo, en su candidez, siempre pensó que hacían burlas de él, imaginando un defecto donde los demás veían una virtud.  Nunca se atrevió a sacar a bailar a joven alguna en las contadas ocasiones que había baile en el pueblo. Además,  con el trabajo y  la necesidad, tampoco tuvo mucho tiempo.
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, al día siguiente visitó a nuestro pastor, se sentó junto a él dejando entrever el seno y parte de las mamas. Arturo, miraba ruborizado hacia otro lado aunque de vez en cuando la vista lo traicinaba. Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, rozaba su brazo con el de el, como si de un acto casual se tratara.
Las tardes que habló con Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, teniéndola tan cerca y respirando aquél aroma floral fueron encendiendo una llama en su interior que le resultaba difícil apagar. Aquellas noches las pasaba pensando en que al día siguiente tendría valor para decirle a Federica Lorena Figueroa Lopez-Montenegro que deseaba besarla,  tenerla entre sus brazos, pero llegado el momento, recordaba lo que le había dicho de su olor y de su ropa y decaía su moral y los propósitos que tan firmemente se había planteado.
Acabó el verano y Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, se fue del pueblo tan virginal como había llegado y nuestro cándido Arturo se quedó con el recuerdo de su preciosa imagen, del frescor de su aroma y de sus últimas palabras "he esperado todo este tiempo que tu celo fuese superior a tu prudencia", lamentando día tras día su cobardía.
Aquel otoño, murió su padre, y pese al dolor que le causó, Arturo, no dejó de pensar en Federica Lorena Figueroa López-Montenegro.
Se aproximaba la Navidad y a sus oídos llegó por los pregoneros de la calle "los escusaos" que Federica Lorena Figueroa López-Montenegro estaba en el pueblo en compañía de su madre. Arturo, desde que tuvo la noticia, esperaba todas las tardes junto a las ovejas su aparición. Al comprobar que los días pasaban y esta no se producía, decidió escribirle una nota  en los siguientes términos:
 para
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro
soy Arturo, desde que te fuiste, no he dejado de pensar en ti. No he tenido nunca relación alguna con mujeres, ni normales, ni de las que llaman ligeras.
Quisiera tener la oportunidad de dirimir mi prudencia y demostrarte que  mi pasión es muy superior y, que ahora está muy crecida. No mal interpretes lo de crecida, me refiero al fuego que siento por dentro.
Dime donde y cuando podemos vernos y allí estaré. Este, tuyo que lo es
Arturo


La precipitación hizo que entregara la nota a una de las sirvientas mas lisonjera de la casa, con lo que la nota fue a caer en manos de la Sra. madre de Federica, recibiendo esta toda clase de detalles de quién era el temerario Arturo y que defectos y cualidades tenía.

La madre, antes de crear cualquier polémica, decidió conocer en persona al tal Arturo y saber de primera mano cuales eran los "defectos" del personaje, utilizando el mismo correo para sus fines.

Querido Arturo, como he de salvaguardar mi honestidad, me podrás visitar por la noche a partir de las 12, nunca antes. Tendrás que saltar al patio de la casa y encaramarte a la segunda planta, hay una terraza pequeña con una ventana enrejada que ocupa toda la altura de la habitación. Ese será nuestro punto de reunión. Te ruego el mayor de los sigilos y que procures no hacer ruido alguno para no poner en peligro mi reputación.
Cuando allí estés, darás tres golpecitos en el cristal de la ventana. Si no puedo salir por cualquier circunstancia, vuelves en días alternos y así  harás  hasta que podamos vernos.
Échate sobre la cabeza una manta o una sábana para que nadie, caso de que te vean, te pueda reconocer.
Siempre tuya
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro

Cuando Arturo leyó la misiva, no cabía en sí de gozo, su mente se repetía una y otra vez "siempre tuya, siempre tuya"

La lluvia había cesado, las nubes corrían vertiginosas por el cielo, negras, tenebrosas, dejando entrever la claridad de la luna por escasos momentos, el viento le impedía oír cualquier sonido a su alrededor, no veía mas de tres pasos al frente salvo cuando algún rayo iluminaba la calle con la nitidez del día en un segundo. Arturo, se sentía perseguido par las sombras, recordó a La Marimanta, el vello se le erizó, agudizó la vista y escudriñó la oscuridad, esperaba otro relámpago que clarificase las sombras. Apretó los glúteos y aligeró el paso a conciencia que podría caer en cualquier momento, pero llevaba el miedo adosado al cuerpo y este, le impedía andar con cautela.
Llegó a la tapia del patio de la casa, dos metros de altura lo separaban del interior, como en la ocasión anterior saltó sobre la tapia agarrándose a la misma con las dos manos e impulsándose con los pies, se encaramó en lo alto. Saltó hacia el suelo con tan mala fortuna que uno de los pies aterrizó sobre una maceta, lo que provocó que nuestro amigo Arturo diese con los huesos en el suelo, pero no le dolía el golpe a Arturo tanto como  el pánico que sentía a despertar a los moradores de la casa. Esperó en la misma posición en la que había caído durante un largo tiempo a la espera de que alguien saliera por la puerta del patio, cosa que no ocurrió. Con mucha destreza y agilidad, trepó a la terraza donde lo recibiría su amada. A tientas, llegó a los barrotes de la ventana y dio tres golpecillos con el nudillo del dedo índice sobre el cristal, nada, esperó un largo tiempo y volvió a llamar, nada, la misma respuesta que en días pasados. A punto estaba Arturo de volver decepcionado sobre sus pasos cuando escucho deslizarse el cerrojo que cerraba las dos puertas de la ventana, no podía ver, pero sentía la presencia de Federica Lorena Figueroa López-Montenegro a través de las rejas y su olor fresco, no era el mismo que recordaba, pero era igual de fresco.
-.Federi...
.-ssssssssss, ssssssss
Sintió las manos de Federica deslizarse por sus brazos hasta asir las suyas. Que sensación tan agradable, aquellas manos tan suaves, tan calientes, rodeando las suyas. Las manos de "Federica" no perdieron mucho tiempo para ir a buscar la bragueta de Arturo.
-.Federi...
.-ssssssssss, ssssssssss
Asió el miembro de Arturo y este no pudo remediar una erección inmediata, aquello era otro mundo.
.-¡ooooooohhhhh!- aquella exclamación sorprendió a Arturo, quien al principio no sabía si era de estupor, de sorpresa, fascinación o miedo. Pero como su amada no soltaba la presa, concluyó Arturo que no la había asustado en demasía. Máxime, cuando sintió que su amada se arrimaba a la reja y con una habilidad que lo sorprendió, cuando quiso darse cuenta ya estaban en los ayes.
Arturo agarraba a su amada como podía a través de los barrotes y a esta no le importaban los ruidos que hacían, que sin embargo a Arturo lo preocupaban en demasía. Para que no faltase de nada en la fiesta, la lluvia arreció empapando a Arturo y posiblemente a su amada, pero a ambos parecía que les importaba poco, a la una por el éxtasis en que estaba inmersa y al otro, porque aquello apagaba todos los gritos de placer de su amada.
Cuando todo terminó quiso hablar Arturo,
.- Federica..
.-ssssssssss, sssssssssss, vuelve pasado mañana. - dijo su amada en un susurro.
.-Si que te ha cambiado la voz en estos meses.
.-sssssssssss. -y cerró la ventana.
Arturo volvió por sus pasos y aunque había amado a su amada, le quedaba el escozor de como había sido, él, que siempre esperó un acto íntimo, cálido y placentero. Ya le faltaba poco para llegar a su casa, cuando un relámpago iluminó toda la calle, a unos cincuenta metros vio aquellas dos sombras oscuras "¡Marimantas!", se dio media vuelta y comenzó a correr sin destino fijo, la suerte quiso que en un nuevo relámpago, descubriese una oquedad en una pared y allí se metió Arturo con la esperanza de que las marimantas no lo encontrasen, rezó a todos los santos, se encomendó a Dios y pensó en Federica Lorena Figueroa López-Montenegro y en todas sus castas y en la situación en la que lo había metido con la mierda de guardar su dignidad, reputación y la villa en pasta. se juró y se perjuró que si salía de aquellas y Federica la madre que la parió y otros tantos nombres querían divertirse, lo tendría que hacer  en un buen colchón de lanas de ovejas y al amparo de la lumbre y bien recogidos en una casa, que es, como Dios manda estas cosas y no a través de unas rejas, empapado de agua y temblando de frío, y por si fuera poco, perseguido por quien sabe que diablos.
-¡Estas putas linternas que nos da el Gobierno son una puñetera  mierda!
-No digas eso Frijales, que como te escuche alguien te echan del cuerpo
"La madre que me parió, si son los Guardias Civiles, como me encuentren me matan a palos con la que está cayendo. Señor; Señor, Dios de mi corazón, mejor que me coja La Marimanta "
Allí escondido estuvo Arturo hasta que la Aurora empezaba a asomar y pudo correr hacia casa como alma que lleva el diablo. Se cambió la ropa, se seco y se fue con sus ovejas.
Cuando por la tarde  regresó al pueblo notó que había cierto revuelo, la noticia de que la Guardia Civil había perseguido a una Marimanta en la madrugada le sorprendió "no es posible, me han confundido con una Marimanta, con el miedo que a mi me dan"
.-Pues sí, dicen los civiles que volaba.
.-Que volar ni volar, las marimantas es todo una mentira, eso es algún amancebado, que no os enteráis, que las Marimantas son de carne y hueso. ¿Tú que dices Arturo?.
.-De carne y hueso, sí, de carne y hueso.
.-Pues claro que sí, alguno que tendrá un lío y aprovecha la noche para desliarlo.
.-De carne y hueso sí.
Cuando Arturo llegó a su casa, su madre lo estaba esperando muy alterada
.-¿Donde estuviste anoche hijo de mi vida?
.-Mamá, no es conveniente que lo sepas.
.-Hijo de mi alma, de mi corazón, dímelo
.-Fui a la casa donde se hospeda Federica Lorena no se que no se cuantos.
.-Pues se rumorea, mejor dicho, todo el pueblo sabe que ayer a la tarde la envió su madre para la capital, Vino un coche expresamente para llevársela. Bien sabes que la venida de un coche al pueblo, es un espectáculo que tardará en repetirse. Tú como estas siempre en el campo, eres el único que no se ha enterado.
.-Eso no es posible madre.
.-¡Que no es posible que?
.-Que Federica se fuese
.-Hijo, no te estoy hablando por oídas, lo vi con mis propios ojos. A mi también me gusta ver un coche como a todo el mundo. Por cierto, han traído una carta para ti.
Jean Peské, mujer escribiendo una carta

Con ansiedad, cogió la carta Arturo, en su interior había cuatro billetes de 5 pesetas y una nota escrita en estos términos:

Apreciado Arturo

(lo de apreciado  lo digo con toda la sinceridad del mundo)
Nos ha tocado vivir en mundos diferentes, yo, en el lado del poderío económico y el bienestar.
Tú, en el lado de la miseria y la fatiga.
Sin embargo, no sabes cuantas calamidades y frustraciones he padecido en esta vida y que el dinero, no me ha podido satisfacer.
Me case muy joven, un matrimonio de conveniencia que me ha dado estabilidad económica y un lugar importante en la sociedad y me ha quitado, el descubrimiento del cariño y el amor por un hombre.
Para Mi hija Federica Lorena, le he preparado un matrimonio como el mio, por ello he de reconocer que le doy mas importancia al dinero que al amor, pues el amor es efímero.
Tu, soñaste con poseer a mi hija, y la has tenido, y a partir de leer esta misiva, también me habrás poseído a mí, a la una porque así lo creías y a la otra porque así fue la realidad.
La intriga de poseer a un hombre joven y bien dotado, ha podido mas que  mi honorabilidad y por la forma de hacerlo mas que mi honestidad.
Búscate una mujer de tu cuna, que con toda probabilidad sabrás hacerla feliz y ella sabrá hacerte mas feliz que mi hija, aunque me duela reconocerlo.
El dinero que te adjunto, no lo consideres una ofensa. lo hago porque siento que te lo debo por lo bien que me has hecho sentir. Quiero que sepas, que jamás tuve un momento tan espléndido como el pasado contigo y soy una mujer que siempre paga sus deudas.
De mi sinceridad, dan fe estas líneas con las que puedes acudir a cualquier sitio y comprometer mi reputación. Pero se, que no lo harás, porque también se, que eres pobre pero honrado e integro.
Esperaba un segundo encuentro contigo, pero después del revuelo que has armado en el pueblo, la prudencia me aconseja lo contrario. Tal vez, si en alguna ocasión y por ventura vuelvo a Malcocinado, esperaré con el balcón de par en par a La Marimanta, ese ser que tanto pánico causa en las gentes y tanto placer en mí.
Siempre tuya
María Antonia López-Montenegro Ferias.


Cuando Arturo terminó de leer la carta, se sintió un hombre libre, feliz, no estaba apesadumbrado y no se sentía engañado, dibujó una sonrisa en sus labios, cosa que agradó a su madre y entre dientes se le escapó la frase "Tiene cojones que con lo que la he temido, yo sea La marimanta."




Advertencia.- Todos los personajes de esta historia, salvo Francisco Alejandre Grueso,  son inventados por su autor y cualquier parecido con personas existentes o que hayan existido es pura coincidencia.

(1).-Francisco Alejandre Grueso, propietario de "La Fabrica de la Luz" y tío abuelo del autor de este relato. Antes de cortar la luz eléctrica, daba tres avisos.
(2).-Elementos tapados con mantas o sábanas que deambulaban en la oscuridad de la noche por las calles del pueblo, considerados fantasmas por niños y mayores, aunque eran mundanos y reales. Solían ser personas que camufladas bajo sábanas o mantas, aprovechaban la oscuridad para visitar de forma clandestina a mujeres casadas o doncellas, para garantizar su  reputación o mantener el anonimato de la relación.
En muchas menos ocasiones, se trataba de mujeres, pero también podría haberse dado el caso.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Majalaloba

Hace muchos años:
Una madrugada fría del mes de Abril. Llevaba varios días sin comer recluida en un reducido espacio, aquellos dolores en el vientre, y la soledad. A su pareja la habían matado días atrás. Ella, había escapado,  la hirieron, era una herida superficial  muy dolorosa y suficiente para saber el efecto que producía aquel ruido que provocaba el hombre, aquel ruido infernal que su pareja no pudo aguantar.
La loba
Los dolores se hicieron muy agudos, había llegado la hora. Llevaba la lengua hasta su vulva para lamerla,  al mismo tiempo empujaba, al poco, asomó la cabeza del primer lobezno y una hora después el segundo, este, nació muerto. Fue un regalo, se lo comió en poco tiempo, mas bien lo engulló junto con la placenta. Aquel acto le había salvado la vida a ella y a su cachorro. Cinco días mas permaneció sin moverse de la madriguera amamantando a su lobezno y  aportando el calor de su cuerpo a aquella criatura indefensa.
Estaba exhausta, el hambre la atenazaba, tenía que salir y alimentarse, no tenía macho que le llevase comida, pero ya no estaba sola, aquel sentimiento de soledad había desaparecido, ahora tenía por que luchar y lo haría a costa de cualquier cosa, incluida su vida.
Aquel olor, aquel olor conocido y característico le llenaba todo el olfato, sabía que estaban cerca, también sabia que entre ellas habría  perros y hombres. Recordó cuando eran muchos y recordó el día de los ruidos,  había tantos hombres como lobos, aquellos perros que los empujaban hacia los hombres. Los hombres no les hacían ruidos a los perros, solo a ellos, solo a ellos ¡pum! ¡pum!¡pum! y el ruido hacía que muriesen todos, todos menos su macho y ella que fueron perseguidos durante mucho tiempo, hasta que un hombre, acabó con la vida de su macho y estuvo a punto de acabar con la de ella. 
de cacería

Aquello era el pasado y ahora necesitaba carne con prontitud, tendría que emplear todas sus fuerzas y conocimientos, necesitaba comer para los dos. Allí estaban aquellas dos fieras tendidas cerca de las ovejas, "necesito una, una pequeña a la que pueda arrastrar lejos de los perros".
La loba, sabía como acercarse a los perros sin  que estos la olieran, ella sabía interpretar los vientos, sabía que si el viento le daba de cara, los perros nunca podrían olerla, pero eso no serviría de nada. Tendré que hacerles correr hacia mí, dejarles que crean que me pueden coger para alejarlos de las ovejas, "el hombre, también correrá, él, es el peligro si hace ruido, estoy tan cansada, ¡lo tengo que hacer!".
Salió la loba de su cubierta para que los perros la vieran, eran dos enormes mastines que al notar su
Mastín guardando ovejas
presencia corrieron hacia ella con sus ladridos roncos y sus fauces abiertas, ella los dejaba acercarse casi dejándose coger, tenía que hacerlo así para que no se volvieran, tenía que alejarlos de las ovejas.
Resonó la voz del hombre:
-¡Al loboooooo, al lobooooo!.
Sentía el aliento de los perros en sus nalgas y, el cansancio.
Cuando los perros aflojaban en su carrera ella los citaba, casi se paraba, la duda de los perros la hacían arriesgar en exceso, pero tenia que hacerlo. Otra vez a correr. Los perros pararon exhaustos, el hombre llego mas tarde y paró junto a los perros, se miraron a los ojos y en algún momento sintió algo extraño por aquellos ojos, aquellos ojos de hombre no la miraban con odio.
Corrió con todas sus fuerzas rodeando a los perros y al hombre que no dejaba de mirarla, pero ya no la seguían. poco después empezó a ver las ovejas, cada vez se le hacían mas distantes, estaba exhausta. ¡tengo que llegar!¡mi lobezno!.
Cayó la loba desfallecida al lado de las ovejas, la espuma de su boca casi la asfixiaba,  la inflamación de la legua le taponaba la tráquea y la visión se hizo blanca y poco a poco se fue oscureciendo.
No tenía noción del tiempo transcurrido cuando despertó,  no podía moverse, no podía mover sus patas, tampoco podía aullar. Luchó con todas sus fuerzas para deshacer aquellas ligaduras que la aprisionaban, no era posible, cuando ya no pudo luchar mas, levantó los ojos y allí estaba él, con aquella mirada, la misma mirada de antes.
El hombre, se agachó junto a ella y le rasco  el cuello, le acarició la cabeza. Le habría mordido, pero su boca no podía abrirse. El hombre, le frotó las ubres con un paño húmedo, aquello le produjo una sensación de bienestar y lloró, lloró por el recuerdo de su lobezno.
La imagen del hombre se enturbió y sintió como le liberaba la boca, deseó morder aquella mano,  se contuvo y solo enseño los dientes. El hombre, se incorporó y al poco volvió con varios trozos de carne fresca, los depositó junto a la loba, ella miraba al hombre y le llegaba el olor de la carne, ese aroma que llenaba todo su cuerpo, las babas le inundaban la boca, acercó su hocico y empezó a engullir carne, comer, comer, el hombre fue a por mas carne, ya se sentía llena pero siguió comiendo hasta que no pudo mas. El hombre, volvió a acariciar su cuello con mucha suavidad y la loba se dejó hacer en tanto lamentaba la ausencia de su lobezno. La loba lloraba y se lamentaba y el hombre, la liberó de sus ataduras. La loba al sentirse libre saltó y corrió a la desesperada, cuando había puesto tierra  de por medio, paró un momento y miró atrás, allí estaba él, con la misma mirada. La loba, volvió a correr, correr. cuando entró en la madriguera lamió a su lobezno y se dejó caer al lado para amamantarlo y darle calor, el lobezno cogió la teta con tanto ímpetu que le hizo daño, pero aquel daño fue el mas exquisito de su vida.
Diez días permaneció la loba sin abandonar su madriguera, diez días aportando energías a su lobezno.
En el transcurso de esos días y siempre puntualmente sintió muy cerca el olor del hombre, los primeros días llegó a sentirse inquieta pero su puntualidad diaria la fue tranquilizando de tal forma que esperaba su visita.
Al caer la noche salio de la madriguera, hocico al viento olfateó el entorno buscando presas, nada.

Dos ratoncillos fueron sus capturas. Poco aporte energético, se sentía cansada y durmió toda la mañana y la tarde.Volvió a salir de la madriguera con mas determinación, un cielo empedrado de estrellas y media luna asomando por oriente. El olor de las ovejas la envolvían, se dirigió a la majada, desde un otero las vio, todas juntas en el interior del cercado, aunque saltase, no podría sacar alguna, tendría que comer dentro,  buscar una que estuviese alejada del resto y matarla con rapidez, de lo contrario,  el alboroto del ganado alertaría a los perros. Y al hombre.
Se sintió mal cuando pensó en el hombre, aquella mano que le dio de comer, aquella mano que la acarició y que la liberó, aquella mano que salvó a su lobezno de la muerte. Aquel hombre que durante muchos días había estado cerca de su madriguera, aquel hombre que habría podido matarla. Miró hacia los chozos y allí estaba el, como si supiese de su presencia, mirando de un lado a otro para verla aparecer. Y ella, se dejó ver.
Volvió a su madriguera, sentía hambre y necesidad de estar al lado de su cachorro, de lamerlo y sentirlo muy cerca, necesitaba su contacto, el calor de su cuerpo,  la boca en su ubre. ¡Que sensación tan rara y tan placentera!.
Salió de la madriguera con la penumbra del amanecer ¡estaba allí!, no lo veía,  lo olía, estaba muy cerca. La loba se sintió inquieta y empezó  gruñir. Tras una mata espesa salió el hombre a la vista, la loba lo amenazaba con gruñidos mas severos y enseñando sus fauces, el hombre no se inquietaba y le mostró lo que traía en sus manos, un gran trozo de carne. La loba lo miró a los ojos y dejo de gruñir. El hombre hacía ruidos con la boca "tateee looooba, taaaate" y ella no entendía aquellos sonidos, pero en cierto modo la tranquilizaron. El hombre depositó la carne en el suelo y dando media vuelta se alejó. La loba cogió el trozo de carne y lo acercó a la boca de la madriguera, allí estaba su lobezno con aquellos ojos grandes y oscuros como su pelaje. Aquel fue el primer día que su lobezno contempló la luz del día. Jugaron en derredor de la madriguera, la loba lo empujaba con su hocico y lo hacía rodar, el lobezno se levantaba torpemente y volvía a corretear buscando a su madre que  lo volvía a derribar.
Desde aquel día, la loba no necesitó salir a cazar, el hombre, periódica y puntualmente le llevaba comida, no solo carne, si no los mismos alimentos que el y sus perros consumían. Al principio la loba
era reacia a su consumo, pero con el tiempo se fue acostumbrando. Su cachorro, tras su destete también se acostumbró a aquella alimentación. En tanto, la loba y su cachorro se dedicaron al juego,  a explorar los entornos de la madriguera y a las lecciones de caza de mamíferos menores e insectos.
Un día, el hombre, como desde hacía tiempo se acercó a la madriguera de la loba, llevaba una maza de cordero en las manos, pero esta vez no la dejó en el suelo como solía hacer. Llamó a la loba "looobaaaa, looobaaa, ven, tooomaaa" .
La loba no sabía que decía el hombre y se mantenía en la distancia junto a su lobezno, en cierto modo inquieta por la novedad que se estaba produciendo.
-Looobaaaa, loooba, ven, tooomaaaa, toomaaa.
Aquella voz tan suave, tranquilizó a la loba y cuando miró a los ojos del hombre empezó a acercarse a él hasta llegar a estar muy cerca, el hombre, extendió la mano con la que sostenía la pieza de carne y la loba comenzó a comer. El lobezno también se acercó y miraba la carne desde abajo, el hombre se puso de rodillas y depositó la maza en el suelo sin soltarla y con la otra mano, mientras el lobezno con sus tiernos dientes intentaba desprender algún trocillo de carne, el hombre le acarició la cabeza. Al principio la loba le gruñó enseñando los dientes, pero el hombre no desistió de sus caricias y la loba se tranquilizó.
Esta escena se repitió en muchas ocasiones y entre los tres actores nació un vínculo de cariño y respeto. Algunas tardes cuando el hombre iba a las inmediaciones de la madriguera, los lobos salían a recibirlo meneando sus rabos de alegría.
Poco a poco, los lobos se fueron acercando a los chozos de la majada, llegaron a compenetrarse y a llevarse bien con los mastines, aunque al principio al hombre le costó algún disgusto.
Lobezno

El hombre, los enseñó a manejar los rebaños. Los lobos, aprendieron con una rapidez inesperada para el, además salían a cazar y en ocasiones se presentaban con algún conejo que compartían.
Aquel verano, transcurrió muy placentero para todos, a los lobos y a los perros, el hombre les hizo un chozo a su medida, donde compartían cama todos ellos.
Una tarde, llegado el mes de Noviembre, los lobos estaban inquietos. El hombre, los acariciaba y miraba en derredor, sabía que los lobos presentían algo extraño, los metió en el chozo que había preparado para ellos y cerro la puerta por fuera. Poco después, se presentaron en la majada dos hombres con carabinas.
-Buenas tardes
-Buenas tardes. ¿que les trae por aquí?
-Dicen unos cazadores, que han avistado una loba y su cachorro por estos contornos y que no
pudieron darles caza porque los vieron muy lejos, otro hombre, que vino a hacer cisco por la zona, también asegura haberlos visto. venimos a darles caza, ya sabe que a estos bichos hay que darles cartucho,  de lo contrario se multiplican como las chinches.
-Pues mira que me extraña eso que dicen. Yo no me muevo de aquí de la majada y no he visto lobo alguno desde la cacería que les dieron el año pasado. Yo creo que no ha quedado ninguno y si alguno quedó ya se habrá muerto o ido a otros andurriales.
-No muy lejos de aquí, hemos visto una madriguera que ha estado en uso no hace mucho, así es, que  atento que hay lobos por la zona. Aunque queremos decirle que no se preocupe, que estamos preparando una batida para acabar con ellos de una vez para siempre. Va a venir una partida de especialistas en la caza del lobo con su buenos perros y sus buenas carabinas,  en un par de semanas o tres, no quedará un lobo. 
La loba, en el interior del chozo estaba inquieta, reconocía a aquellos hombres, les traían malos recuerdos. Uno de ellos acabó con a vida de su macho. Intentó salir del chozo y no pudo. Gruñía con fiereza enseñando los dientes, pero todo era inútil.
-¿Que es lo que hay dentro de ese chozo?
-Un mastín que ya me ha matado varias ovejas y lo tengo encerrado.
-Lo mejor es matarlo, una vez las prueban ya no paran. Si quieres, aprovecha, que nosotros lo aliñamos rápido.
-Voy a procurar recuperarlo, le tengo mucho aprecio, lo crié con mis propias manos.
-Como quiera, pero cuando las prueban son como los lobos. Por lo que oigo, hasta gruñe como ellos.
Bueno, nos tenemos que ir, que hay que seguir con la cacería. Si ve algo, acérquese al pueblo y lo comunica al ayuntamiento.
-Así lo haré.
Cuando hubieron marchado los cazadores, el hombre, abrió el chozo donde estaban encerrados la loba y su lobezno, esta salió corriendo oliendo la huella de los cazadores para seguirlos, pero el hombre la llamó "looobaaa, taaateee, looobaaa" y la loba se detuvo y volvió al lado del hombre, se miraron y ambos vieron el brillo de las lágrimas en los ojos del otro.
Aquel día, en la misma majada, el hombre comenzó a cavar un túnel en el interior de su chozo, cuando cayó la noche lo tenía terminado, lo tapó con centeno impregnado en las heces de las ovejas "esto evitará que los perros la huelan".
Unos días después, cuando todo parecía tranquilo, el hombre oyó a lo lejos ladridos de perros, ¡una jauría! ¡los lobos! ¿donde están los lobos?. Looobaaa, looobaaaa. El hombre se alarmó, los lobos no estaban en la majada. Salió corriendo hacia donde sonaban los ladridos de los perros, al poco oyó el
disparo de una carabina muy cerca de donde el estaba,  se dirigió al lugar donde había sonado y el disparo, el espectáculo lo horrorizó. El lobezno yacía sin vida en el suelo y un hombre tendido con las patas de la loba en el pecho y las fauces en el cuello.
-Taaaateee, loooobaaa, taaaateeee. Suplicaba el hombre a la loba. La loba soltó a su presa, miraba al hombre y a la presa de modo intermitente. Cuando miraba al hombre, cerraba la boca, cuando miraba a su presa gruñía y enseñaba los dientes con rabia, deseaba volver a morder aquel cuello desprotegido y sangrante, el cuello de aquel hombre que había matado a su macho y ahora a su lobezno, pero allí estaba él, a su lado, con el lobezno en los brazos "taaateee, loooobaaaa, taaaateeee."
¡Vámonos de aquí loba, vámonos de aquí!.
El hombre, encerró a la loba y a su lobezno muerto en el chozo y corrió al lugar donde yacía el cazador, cuando llegó ya había otros cazadores rodeando al herido.
-¿Que ha pasado? ¿está muerto?
-No, vive, pero tiene una herida muy mala en el cuello. Parece que un lobo lo ha mordido, lo extraño es que no lo haya matado, posiblemente al oír a los perros haya huido.
-¡Hay que llevarlo al médico, está muy grave!
-¡Aquí hay sangre, mucha sangre! es extraño, parece como si hubiese estado tendido mucho tiempo. no puede andar muy lejos, es mucha la sangre que hay.
-Que unos lleven al herido al médico con urgencia y otros, debemos continuar la cacería, no puede quedar un lobo vivo, hay que acabar con todos, especialmente con el asesino.
El hombre, volvió a su majada y se mantuvo expectante, al rato se presentaron en la majada tres cazadores de la partida:
-Buenas, los perros nos traen hasta aquí. ¿no ha visto a los lobos?
-Pues no, por aquí no ha pasado lobo alguno, mis mastines me habrían avisado y el ganado está muy tranquilo.
-¿Que tiene en el chozo?, los perros no paran de dar vueltas al rededor.
-Nada, lo normal en estos casos, mi catre, mi taburete, mi ropa y los útiles de cocina.
El hombre los invitó a pasar, pero los que entraron fueron los perros, entraban y salían del chozo, pero no permanecían dentro.
-Es como si perdieran el rastro aquí.
-Pues aquí ya ven ustedes, los mastines tendidos y tranquilos y las ovejas no menos.
-Estos chuchos cada vez valen menos, hay que irse, que tenemos que seguir buscando.
Al día siguiente muy temprano, el hombre, enterró al lobezno, lo hizo en el chozo que les había servido de cama durante los últimos meses.
Desde aquél día, la loba permanecía durante el día en la cueva, por la noche , salia a deambular por los alrededores de la majada y se situaba en lo mas alto del cerro y aullaba con tal tristeza, que el hombre, no podía sujetar las lágrimas. "¡que puedo hacer para que no sufra, que puedo hacer!"
Un mes después, se presentaron en la majada el alguacil y una pareja de la guardia civil.
-Buenos días.
-Buenos días señores ¿que les trae por aquí?
-Recuerda usted al hombre que atacaron los lobos cerca de la majada.
-Perfectamente me acuerdo.
-Pues se recupera de sus heridas, aunque parece que no va a recuperar la voz nunca. Se encuentra en un estado mas cercano a la locura que a la sensatez, pero de vez en vez, parece estabilizar sus emociones y escribe que usted ayudó a los lobos, al menos eso es lo que algunos entienden. Aunque, todo se desmorona cuando escribe que usted le hablaba a la loba, que eso si lo mantiene en todo lo que escribe, que era una loba enorme y que tenia un lobezno al que mató en el sitio de autos. aunque su cuerpo nunca apareció.
Todo esto, se podría atribuir al estado psicológico del paciente, empero, cada vez son mas las voces que dicen que por las noches se oye el aullido de los lobos cerca de la majada.
¿Ha oído usted lobos aullar por las noches? 
-Señor alguacil, al único que escucho yo aullar por las noches, es a ese mastín que tienen ahí tendido que tiene complejo de lobo, en una ocasión hasta me tentó las ovejas, pero ya lo tengo recuperado a base de palos, eso sí, por las noches y es cierto, alguna vez se lamenta. Yo creo que es, porque echa de menos a su madre, una mastina muy buena que tuve y que murió el año pasado.
-También escribe este hombre, que padece una obsesión, que en cuanto pueda saldrá a la caza de la loba y no descansará hasta matarla. La cuestión, no es que salga a buscar a la loba, cosa que como ya hemos dicho se le atribuye a la locura, la cuestión es que dice, que buscará a la loba y a usted, y que no descansará hasta matarlos a los dos. Así que, queda usted advertido, ese hombre, pronto podrá salir del hospital en el que se encuentra.
Ahora, vamos a hacer un registro en la majada. No es que pensemos que sea cierto lo que el herido cuenta, si no, que es nuestra obligación hacerlo.
-Pues procedan ustedes.
El registro fue un registro de trámite, como el que no cree que en aquel lugar se pudiese encontrar alguna prueba que reafirmara la historia de un loco.
Cuando se hubieron ido el Alguacil y la pareja, el hombre, sacó a la loba de la cueva y mientras acariciaba su cuello  y besaba su cabeza le habló:
-Looobaaa ¿que puedo hacer para que no sufras?¿que puedo hacer looobaaa?  y en tanto esto decía las lágrimas corrían por su rostro, pero nunca llegaban al suelo, porque la loba las lamía en su cara.
Durante unos días, las cosas parecían haber vuelto a la normalidad, incluso la loba salía de día y ayudaba al hombre en las labores del pastoreo.
Una mañana, estando el hombre preparando para salir con las ovejas, escuchó a sus espadas un ruido, al darse la vuelta, vio como un hombre lo encañonaba con una carabina, era el herido por la loba, este, mientras sostenía el arma con la derecha, con la izquierda y la mano extendida, le hacía el signo de la cruz, le decía que lo iba a matar. Estando en estas, llegó la loba con una velocidad inusitada y lanzándose contra el hombre armado, lo derribó soltando este la carabina al caer al suelo. La loba, volvió a poner sus partas delanteras en el pecho del hombre y lo contempló durante un tiempo que se hizo largo para todos.
-Looobaaa, nooo, looobaaa
-¡Noooo, loooobaaa!
La loba miró al hombre, después miró al cazador y lanzó sus fauces al cuello, el hombre, gritaba
-Noooo, Noooo, Loooobaaaaa, noooo.
La loba ya no oía los gritos del hombre, solo sentía la sangre en su boca de aquél que había matado a su macho, a su lobezno y ahora, quería matar a su hombre.
Aquel mismo día abandonaron los dos la majada, nunca se volvió a saber de ellos. Se organizaron partidas de caza, la Guardia Civil los buscó por todos los pueblos y las sierras de al rededor. Pero nunca, nunca los volvió a ver nadie. Solo se encontró un escrito arañado en el tronco de una encina "Si, es una loba, una loba con mejores sentimientos y mas conocimiento que la mayoría de vosotros, dejadnos vivir en paz y en paz viviréis."
Desde aquellos entonces, el lugar es conocido como Majalaloba.

lunes, 28 de julio de 2014

De la muerte del gallo Narciso

En la entrada animales con nombre propio, os dije que algún día contaría la defunción del presuntuoso gallo Narciso, ese día, ha llegado.
Corría el verano del 65, Los protagonistas aun no habíamos cumplido los 8 y 4 años de edad, desgraciadamente, Narciso, nunca llegó a cumplir los 4. Los hechos se desarrollaron en la finca "El Alamo", en la localidad de Malcocinado (Badajoz).

                         DE LA  MUERTE DEL VANIDOSO GALLO "NARCISO"
                      A la memoria de mi tía María Lozano, a la que siempre admiré.


Era Narciso, un gallo, a decir de mi tía María, único. No había otro igual en toda la comarca, ni en la provincia, ni en España, ni en alguna otra parte del mundo. Era este un gallo Andaluz Azul, desparramaba señorío en su caminar, la cabeza altiva balanceada de un lado a otro provista de orgullo, alzaba su pico al cielo y enseñaba sus orejillas blancas como la nieve. el vaivén de sus barbillas contradecía a su cabeza coronada con cinco puntas de fuego, representación perfecta de las llamas del infierno. El cuello largo, arqueado y plumas finas y abundantes a especie de gola que caían sobre su torso.
El pecho bien erguido, pintado de bellotas azul pizarra bordeadas en un azul tan oscuro que parecía negro.
Andaluz Azul (cedida por Ginés Ruíz)
De su ancho dorso, cerca de la cola, caían  caireles azules intensos que intentaban barrer el suelo. Su cola, ¡ay! su cola, era una fuente de chorros anchos que luchaban con llegar al cielo para caer suavemente de nuevo hacia la tierra y todo, azul, azul, azul...azul con destellos de luna.
Despertaba por las noches sobresaltado con el color azul. "¡Vaya mierda de gallo!. Ese gallo presuntuoso que se cree el dueño del mundo, ese pedazo de carne con plumas al que todas las gallinas le van cacareando sus gracias, ese sucio gallo que se caga en la puerta del cortijo y que cree que son perlas, ese inmundo gallo que me mira amenazante como si fuera el dueño de todo el cortijo, ese tonto que presume delante de todos los demás gallos, de los mastines, del casero, de los pastores, de las visitas, de mi tía...ese gallo miserable que acapara todas las atenciones".
Un día, estaba sentado a las puertas del cortijo con mi escopeta de aire comprimido terciada sobre las piernas, era mi juguete preferido y que yo empleaba para afinar puntería disparando a todo lo que creía era un buen blanco o que merecía un disparo, una piedrecilla, una rama seca, un pajarillo..., mataba algunos pájaros, incluso algún conejo. Podía matar, podía matar y allí venia Narciso, presumiendo, como hacía todos los días, esperando a que mi tía saliera a las puertas del cortijo a alabarlo, a que le dijese lo lindo que era, a que admirase su fortaleza, su encanto..
"el mas hermoso, el mas grande, el mejor, el mas..."
¡Miserable ladrón de amores! pensaba mientras dirigía el cañón de la escopeta a su cabeza, al ojo grande y lleno "te metía un tiro que te iba a quitar todas las tonterías, se te iba a acabar todo tu orgullo, ibas a dejar el pavoneo para el infierno ¡miserable!...¡plash! mi dedo apretó el gatillo sin que esa fuese mi intención, yo no quería... ¡madre mía!
El gallo daba saltos de mas de un metro hacia arriba y volvía a caer al mismo sitio, saltaba y caía, saltaba y caía, emitiendo ruidos guturales apenas perceptibles pero que a mi me parecieron gritos de angustia, la angustia que yo sentía en aquellos momentos temeroso de ser sorprendido. Mire alderredor y no había nadie, solo uno de los mastines "A Voces Cuando Está Lejos" me miraba con sorpresa, como una exhalación salte hacia  él y lo aferré por el cuello, aleteaba luchando por la vida que se le escapaba irremediablemente por aquel disparo certero que le había perforado el cerebro, por aquel agujero que separa la vida de la muerte. Corriendo con él a rastras me dirigí a la enramada donde antes había estado el ganado que a esas horas pastoreaba por las inmediaciones de la finca, lo introduje dentro de un saco y empecé a correr hacia la rivera, correr, correr y alejarme del cortijo donde nadie pudiera encontrar la prueba del delito. Llegue a las inmediaciones de la rivera, en un matorral muy apretado, ya en la misma rivera y al lado de una gran adelfa, deposité el saco y le puse varias piedras por encima "aquí nadie vendrá". Allí, perdoné a Narciso todas sus afrentas y  le dije, que hasta a mí me perecía bonito y que, nunca mas, volvería a matarlo.
Matagallos
No recuerdo cuanto tiempo transcurrió, se, que cuando llegué al cortijo me esperaban para comer. No me echaron en falta porque solía desaparecer por la huerta cazando pájaros, nadie se extrañó, que no trajera ninguno, algunos días los empleaba en entretenerme observando cualquier cosa, un lagarto, una araña, una hormiga, una rana. Cualquier animal me fascinaba, especialmente los mas pequeños, cualquier animal, menos Narciso. Pero, Narciso, ya no estaba entre nosotros y yo rezaría para que fuese al cielo, aunque no se lo merecía.
No me pasó ni por la imaginación que a esas horas ya se echaba de menos a Narciso. Ya en la mesa.
Tío Antonio .-Manolín ¿no has visto al gallo?
"En el cortijo, había muchos gallos,  y , me preguntaba por el gallo. ¿que gallo? con tooooos los gallos que hay, yo que se donde esta el gallo, ¿soy yo el que cuida del gallo o que?".
.-No, tito, yo he estado en la huerta.
.-¿En la huerta?. si yo he estado allí y no te he visto.
.-En la de arriba, tito.
Había dos huertas en la finca, "la de arriba" le llamábamos a la que estaba mas retirada del cortijo y a la que mi tío iba en contadas ocasiones.
.-¿Pero tu no has visto al gallo?
"Otra vez con el gallo, que nooo lo he vis to, ni lo he visto yo, ni lo has visto tu, ni lo va a ver nadie, porque el gallo ha salio de viaje, creo que iba pa la Garranchosa, llevaba un saco con todas sus cosas."
No me entraba la comida, había perdido el apetito.
.-No, yo he estado en la huerta y allí, no hay gallos, ni gallinas, ni filipinas.
Mi tía.- ¿Donde se habrá metido el gallo? ¿Antonio, no lo habrá matado un mastín?
.-Los mastines no atacan a las gallinas, además, estarían las plumas por algún sitio.
.-Pues al gallo le ha pasado algo.
"Algo, al gallo le ha pasado algo, pues al gallo lo que le ha pasado es que le han zumbado los oidos, habrá que ponerle unos algodones con aceite pa que se le pase el berrinche"
.-Ese, como lo anda todo, puede estar en la enramada o en la cerca o yo que se, ya aparecerá María.
y mirándome a mi .-Y a ti que te pasa, no comes hoy.
"Yo ya me´comio un gallo, como quieres que coma mas, pero si quieres te dejo el gallinero como la patena de D. Antonio (el cura)."
.-No tengo hambre, me he comido dos camuesas.
.-Esta bien, ahora cuando termines date una vuelta por la enramada y por la cerca a ver si encuentras al gallo.
.-Bueeeeno, ahora lo busco.
Empecé a sentirme seguro, nadie sospechaba, nadie había visto nada, el gallo ha desaparecido "como por encanto".
"Donde estará er gallo, donde s´habrá metío er gallo... ¡Yo que seeee donde s´habrá metio!, pos´ habrá ido a la rivera a por un cántaro d´agua fresquita par cogote, jeje"
Transcurrieron los días y no apareció Narciso, y yo, volvía a cantar sobre el sillón Ya Mustafá, Ya Mustafá. para mi propio regocijo y  deleite de los habitantes del cortijo.
Habría pasado una semana del día de autos, cuando desde mi atalaya vi venir a "Nando" (el vaquero) con un saco en las manos, venía por el camino de la rivera y el saco me resultó conocido.
"Pero este hombre no se puede estar quieto y dedicarse a las vacas en vez de ponerlo todo patas arriba y meterse en los líos que se mete, ¡ea! ya me metió a mi, sin comerlo ni beberlo."
No me despedí de nadie, puse pies en polvorosa y corrí hasta el pueblo, a casa de mis padres.
Mi Padre .-Hombre, que haces por aquí, has venido del cortijo con tu tío.
.-No, papá, que ya no quiero estar en el cortijo, que ya me quiero quedar en casa.
Mi padre hizo un gesto extraño con la cabeza y en susurros entre dientes le escuche decir "a ver con que se presenta ahora"
.-Maríaaa, Maríaaa, que esta aquí tu hijo, que dice que se viene del cortijo.
.-¡Ay mi niño!,¿como es eso? ¿que te ha pasado?
.-Na mamá, que ya no quiero ir mas para el cortijo, que me quiero quedar aquí en casa, que allí quieren mas a los gallos que a mí.
.-Anda, no digas tonterías ¿que ha pasado?
.-Nada, mama, nada.
Aquel mismo día, poco antes de entrar la noche se presentaron en mi casa mis tíos.
.-¿Que haces aquí, por que te has venido al pueblo?
.-Porque yo no quiero estar mas en el cortijo.
.-Y eso, que te ha pasado para que no quieras estar con nosotros con lo que te gusta el campo.
.-Nada, no ha pasado nada ¿o es que ha pasado algo?
Mi tío,.-No, que yo sepa no ha pasado nada.
mirando a mi tía .-¿o, ha pasado algo que no sepamos?
Mi tía .-Que yo sepa, la única novedad que ha habido en el cortijo es que Nando ha encontrado al gallo y que nadie sabe como ha ido a parar a la rivera, parece que alguien no se llevaba bien con el, pero, que si queréis que os diga la verdad, ya estaba yo del gallo hasta el moño. El que haya hecho la sarracina, en cierto modo, me ha hecho un favor. 
.-Fue sin querer tía, si tu quieres, mañana, te crío yo un gallo igual que Narciso.
.-Deja, deja. Mejor que dedicarte a la cría de gallos, me cantas por las noches, Ya Mustafá.