sábado, 1 de octubre de 2011

Amigos para siempre

                                        Malcocinado
Era mi padre muy aficionado a la cacería y yo siempre que podía y el me lo permitía, compartía esta afición. Cuando estaba con él, mas que el hecho de cazar lo que me gustaba eran esas historias que como verídicas me contaba y que yo, se que son ciertas porque nunca mentía.
Si bien los hechos sucedieron en los lugares mencionados, los nombres de los protagonistas no son los verdaderos, pues como secreto me lo contó mi padre y como secreto lo llevaré yo hasta el final de mis días.
Íbamos en una ocasión caminando por la sierra buscando una zona que decía mi padre había estado y en la que parece ser que había mucha fauna.  Saltamos un cercado de piedras y allí, sentados a la sombra de una encina contóme la siguiente historia:
"Por el año de la hambre (tengo entendido que fueron varios, pero todo el mundo los unificaba), había tres amigos en el pueblo (Malcocinado), todos ellos con familia, el uno 36 años 5 hijos entre varones y hembras que se distanciaban  los unos de otros en dos años a los sumo, otro, 37 años, un hijo menos que el anterior pero a su cargo sus suegros y un cuñado con deficiencia y el tercero 45 años, seis hijos y sus padres y su suegra y un borrico metido en años al que le salían los huesos de las patas traseras por el lomo como si de dos jorobas camelleras se trataran pero en paralelo. Se le podían contar las vértebras a la distancia.
En una ocasión estaban los dos primeros sentados al sol de la tarde porque uno de ellos había escuchado no sabía donde que  una hora de sol equivalía a dos huevos fritos y estaban ambos comiéndose un par de ellos pero echaban de menos el pan, aunque el otro le preguntaba que donde se mojaría en caso que lo tuvieran. La cuestión es que después de semejante ración el hambre los mataba, a ellos y a las familias.
-¿que podemos hacer?
- ¡ira!, me han dicho que en la sierra hay un cercao sembrao de avena y que allí puede que entre algún venao a comer por la noche.
-¿y que? ¿salimos corriendo detrás y lo cogemos?
-No, mi primo Ropero, tiene dos escopetas, solo tenemos que hacernos de algunas balas y nos vamos al aguardo.
-Y si matamos argo ¿como lo traemos ar pueblo?
-Le pedimos er burro a Restrojo
-Ya somos muchos a partir.
-Po se lo cogemos, el lo deja en una cuadra der callejón der cerro.
Así, que dicho y hecho, esperaron una noche adecuada de luna, le birlaron el burro a Restrojo y allá que fueron estas dos almas a por comida para matar el hambre. Estando ambos a la espera distanciados el uno del otro una treintena de metros, no respiraban por no hacer ruidos. Antes de apostarse, habían atado al jumento a una retama, pero las prisas por hacer carne era tal, que el amarrijo que le hicieron al borrico fue una lazada de cuando tire afloja. El borrico que no había comido verde en lustros, Cuando aventó la avena fresca tiraba de cabeza al desate como si de un mastodonte se tratara, soltose el equinuus de ataduras y paseose por la balda del cercado buscando entrada para satisfacer su hambruna, la fatalidad quiso que tomase la dirección en la que se encontraba  apostado uno de los miserables, que con la luz de la luna y animado por el hambre no vio burro si no venado, apuntole este a la cruceta que era donde le habían dicho que se matan estos animales y ¡pump!, ni el francotirador mas aventajado del tercio hubiese hecho mejor disparo, cayó ese animal fulminado pasando a mejor vida sin el menor sufrimiento. Recoveco, al escuchar el disparo caíasele la baba por la comisura de los lábios, deleitándose con el rico bocado que les esperaba y salió corriendo al encuentro del puesto de su ahora mas que nunca queridísimo amigo Zampaña.
¡Zampaña! ¡Zampaña!, llamaba con voz casi susurrante.
-¡Ji! stoy aquí.
-¿Carne? ¿hay carne?
-Carne hay -dijo Zampaña llorando a voz en grito- ¡Carne hay!¡miserable de mí! que en un suspiro he acabado con la vida de mi amigo Restrojo y de toda su familia.
-¿pero, que dices Zampaaañaaa? ¿que estas diciendo? ¿por que lloras así?
-Que matao er burro de Restrojo, su sustento. ca´cabao con toa su familia.
-Poooo yasta hecho y a lo hecho,  pecho,. Coge la navaja y vamos a trocearlo antes que llegue el día. a ver si en un par de viajes lo llevamos todo a una casa y allí ya tomaremos la decisión mas acertada.
tres viajes tuvieron que dar estas dos criaturas para el transporte total del juemento troceado, porque lo acarrearon todo, solo dejaron en el campo las tripas, pues hasta las pezuñas se trajeron. No estaba la cosa para desperdicios.
Mientras estaban en la casa de Zampaña terminando de trocear al burro y de separar la piel de la carne, les llego por la mujer de Zampaña que había revuelo en la casa de Restrojo,-
-¿que hacemos? ¿vamos a visitarlo?
-¡vamos!
-Ay! ¡ay! ¡amigos mios! mi ruina!¡mi muerte! ¡que desdicha mas grande! ¡man robao er burro!
-¡cagon la madre que parió! pero hombre, como te pones así por eso si er burro yastaba pasao, tenia menos fuerza quel niño la Parma questá tísico. No te pongas ajin por ese animá que ya no valía pa na.
-¡No!, no valía pa cargá, pero tenía pensao hacerlo carne, que mis sijos yastan jartos de comerse los mocos, no ves las criaturas que les hace farta una ración de argo consistente. ¡Amas! y como se de vuestras necesidades, tenía pensao compartirlo con vusotros.
-Tu, no ta pures, que pa eso estamos los amigos. Anoche nos fuimos de caza y matamos un venao y como tú eres como de la familia lo compartiremos contigo. Amigo del arma, no llores por eso, no ves que estamos llorando nosotros también. Nosotros tenemos carne y si hace farta, toa pa tí.
-Sabía yo que erais mis amigos, sabia yo, que teniendoos a vusotros  es como tener unos angeles de la guarda. ¿bendito seais vusotros y la madre que os ha pario.
Y allí en aquella humilde casa y entre lágrimas, se juraron apoyo eterno aquellos tres amigos.

Mi padre tenía la habilidad de hacerme llorar con historias como esta y enseñarme, que las cosas no vienen siempre por caminos derechos. Un hecho egoista, puede cimentar una grande amistad.